¿Qué pasa en el país?

Desde el 2003 a esta parte muchas cosas cambiaron:
Disminución de la desocupación, la pobreza y la indigencia; lucha contra el trabajo informal; aumento de los salarios, asignaciones familiares y jubilaciones; un millón ochocientos mil nuevos jubilados en una deuda histórica que el Estado tenía con aquellos que no cumplían con los años de aportes por la precarización laboral y la exclusión; aumento del presupuesto nacional en Educación, Ciencia y Tecnología; reestatización del Correo Argentino, Aguas Argentinas, YCF, Aerolíneas, AFJP y Fabricaciones Militares de Córdoba; política de integración latinoamericana y solidaridad con los pueblos de la región; fin del ALCA en la Cumbre de Mar del Plata; desendeudamiento y autonomía nacional frente a la injerencia del FMI; nueva Corte Suprema de Justicia; derogación de la Leyes de Impunidad de Obediencia Debida y Punto Final; juicio y castigo a los milicos genocidas.
¿Suficiente? Por supuesto que no. Falta por hacer tanto o más de lo que ya se hizo. Pero si miramos hacia atrás y repasamos los gobiernos que tuvimos desde el retorno a la democracia, donde la constante fue la ecuación que combinó subordinación a los mandatos de los países centrales-ajuste del gasto público-privatización-concentración de los ingresos en pocas manos-retracción de los asalariados en el ingreso nacional, el balance pasa a ser más que importante.
Más que todo, porque cada uno de los logros mencionados caminan en una dirección contraria a las políticas de la agenda neoliberal. Devolviendo a la vida pública nacional la sensación cierta de pensar que otro proyecto de país es posible.
Esto, por supuesto, tarde o temprano iba a despertar la reacción de los poderes tradicionales. Y no son otros que los nostálgicos de un país para pocos, con sus viejos y nuevos rostros, los que hoy constituyen la oposición al gobierno nacional.
A muchos los conocemos. Ya gobernaron la Argentina, la entregaron, la fundieron y en el 2001 el pueblo los echó. Hoy vuelven, como si nada, a decirnos cómo hacer las cosas o qué medidas tomar frente a la crisis internacional.
Debemos dar la pelea por construir una memoria histórica sobre lo transcurrido en las últimas décadas.
Teniendo bien en claro que la posibilidad de avanzar con el Proyecto Nacional hacia la conquista de nuevas formas de justicia social y una realización más plena de las aspiraciones colectivas de nuestro pueblo, está atada a nuestra capacidad de comprometernos y de convocar a los más amplios sectores de nuestra sociedad para hacer frente a los que se juntan para frenar el cambio.